La región arequipeña, no sólo la ciudad del Misti, tiene
su propio acento mestizo el cual se ha vuelto una costumbre común, así como
decires y refranes típicos. Abundan los quechuismos, como llamar pajla al
calvo, ccala (y no calato) al desnudo y huíshuí a lo grasiento y desaseado. Hay
un abundante vocabulario lleno de inflexiones sarcásticas contra ricos y
poderosos, como chinicolquero (chacarero que no trabaja y vive de sus rentas) y
quirco (fatuo, arrogante). También abundan usos verbales insólitos o arcaicos,
como decir saber por soler y recoger por llegar: “¿A qué hora sabe usted recogerse
a su casa?”. La minería y los ferrocarriles introdujeron anglicismos muy
peculiares, como “poner breque’’ (poner freno, derivado de to brake, ‘frenar’
en inglés) y ser un “jedeche” (alguien molesto, derivado de head oche, ‘dolor
de cabeza’ en inglés). El habla más peculiar y enjundiosa la tienen los
characatos, cuyas expresiones han dado lugar a piezas literarias no aptas para
forasteros.
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